El nacionalismo es el lícito y justo amor a la Patria: los ciudadanos no pueden encontrar un buen ambiente en el cual desarrollarse si quienes gobiernan a la sociedad acaban dañándola con sus acciones. De modo que las buenas condiciones de vida del ciudadano que le permiten su desarrollo biológico, psicológico y espiritual, dependen del Gobernante que conduce al Bien Común; pero cuando los políticos buscan el bien propio y no el de la sociedad, cada ciudadano se verá como acorralado en una experiencia que se repite en cada familia, en el mal compartido por cada uno de sus integrantes. Con los malos gobernantes, todos los ciudadanos son iguales en los males que padecen.[b]
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