El arrastre de este año no ayuda. Aunque nunca lo admitirán en público, y mucho menos el INDEC, en despachos oficiales reconocen que 2009 cerrará con una caída del PBI del 3 por ciento. Por los coletazos de la crisis mundial, al menos 300 mil argentinos se quedaron sin trabajo este año y otros 120 mil lo habrían hecho si el Estado no subsidiara parte de sus salarios.
Una encuesta del Centro de Economía Regional y Experimental (CERX) difundida esta semana augura que el consumo popular no repuntará de inmediato. Se basa en que:
* Dos de cada tres consultados dijeron tener problemas para llegar a fin de mes.
*Uno de cada cinco sufrió la pérdida del empleo o la caída de los ingresos de algún miembro de su hogar.
*Casi seis de cada diez planean “controlar más sus gastos” en los próximos meses.
El mismo estudio, coordinado por la economista Victoria Giarrizo, cuestiona las estadísticas oficiales que detectan un repunte de las ventas de los supermercados. Advierte que aunque haya subido la facturación por la inflación que persiste, la cantidad de operaciones en sus cajas cayó en junio un 6,2% interanual, en julio un 9,9% y en agosto un 8,3 por ciento.
Los créditos personales –que sostuvieron el consumo por las ventas en cuotas de 2004 a 2007– tampoco terminan de recuperarse. En septiembre, según el CERX, registraron la menor tasa de crecimiento interanual desde 2003. Y bajaron un 7% en términos reales, descontando la inflación.
Lo que sí podría impulsar la demanda y movilizar la economía más decididamente es la ampliación de las asignaciones familiares a los desocupados y trabajadores en negro anunciada esta semana. Son $ 10.500 millones por año que irán directamente a los bolsillos de los sectores más pobres, que gastan todo lo que reciben porque no pueden ahorrar.
En términos agregados, igual, las expectativas oficiales están puestas en la cosecha de soja que arranca en marzo. El Departamento de Agricultura de Estados Unidos subió este mes su proyección para la campaña argentina a 52,5 millones de toneladas. Al precio actual de u$s 360 por tonelada, eso traería al país u$s 18.900 millones para repartir entre el Estado (vía retenciones) y los productores.
Si esos dólares no se fugan y el Banco Central los incorpora a sus reservas, los cambiará por pesos que dinamizarán la economía. Si no, seguirá siendo conservador. Por eso los Kirchner rezan para que tenga razón el Nobel Paul Krugman, quien esta semana, de visita, le auguró larga vida a la soja cara.
Una encuesta del Centro de Economía Regional y Experimental (CERX) difundida esta semana augura que el consumo popular no repuntará de inmediato. Se basa en que:
* Dos de cada tres consultados dijeron tener problemas para llegar a fin de mes.
*Uno de cada cinco sufrió la pérdida del empleo o la caída de los ingresos de algún miembro de su hogar.
*Casi seis de cada diez planean “controlar más sus gastos” en los próximos meses.
El mismo estudio, coordinado por la economista Victoria Giarrizo, cuestiona las estadísticas oficiales que detectan un repunte de las ventas de los supermercados. Advierte que aunque haya subido la facturación por la inflación que persiste, la cantidad de operaciones en sus cajas cayó en junio un 6,2% interanual, en julio un 9,9% y en agosto un 8,3 por ciento.
Los créditos personales –que sostuvieron el consumo por las ventas en cuotas de 2004 a 2007– tampoco terminan de recuperarse. En septiembre, según el CERX, registraron la menor tasa de crecimiento interanual desde 2003. Y bajaron un 7% en términos reales, descontando la inflación.
Lo que sí podría impulsar la demanda y movilizar la economía más decididamente es la ampliación de las asignaciones familiares a los desocupados y trabajadores en negro anunciada esta semana. Son $ 10.500 millones por año que irán directamente a los bolsillos de los sectores más pobres, que gastan todo lo que reciben porque no pueden ahorrar.
En términos agregados, igual, las expectativas oficiales están puestas en la cosecha de soja que arranca en marzo. El Departamento de Agricultura de Estados Unidos subió este mes su proyección para la campaña argentina a 52,5 millones de toneladas. Al precio actual de u$s 360 por tonelada, eso traería al país u$s 18.900 millones para repartir entre el Estado (vía retenciones) y los productores.
Si esos dólares no se fugan y el Banco Central los incorpora a sus reservas, los cambiará por pesos que dinamizarán la economía. Si no, seguirá siendo conservador. Por eso los Kirchner rezan para que tenga razón el Nobel Paul Krugman, quien esta semana, de visita, le auguró larga vida a la soja cara.