Son igualmente vacíos de contenido. Sólo les importa el éxito pero, como siempre, cuando sólo esto prima, el éxito no se alcanza.
Sus vidas políticas están signadas por el paralelismo: juntos asumieron el Gobierno de la Ciudad y el de la provincia de Buenos Aires a fines de 2007 con la presidencia de 2011 en la mira. Juntos no paran de caer en las encuestas que hace dos años encabezaban (ver página 3). Juntos renovaron esta semana su gabinete y están en su peor momento.
En el caso de Scioli, se dice que el problema es su estrecha cercanía al Gobierno nacional. En el caso de Macri, lo opuesto, que el Gobierno nacional le hace la vida imposible. Quizás, sus problemas tengan un origen mucho más profundo y simple: el vacío intelectual.
El flamante ministro de Educación de la Ciudad, Abel Posse, con su habitual sincericidio, dijo ayer en un reportaje a PERFIL que “el único político que habla es (Néstor) Kirchner, los demás balbucean”. Carrió no balbucea pero es cierto que Macri, Scioli, y Reutemann balbucean. No debe ser casual: todos vienen de ámbitos donde la palabra y las ideas son menos importantes que en otros.
Umberto Eco explicaba que “balbucear” viene de los bárbaros; eran los bárbaros que hablaban mal el latín quienes balbuceaban. Probablemente, Scioli y Macri sean asimilables a los bárbaros de la política: conquistan con mucha fuerza grandes espacios pero después no saben qué hacer con ellos.
Hijos pródigos de la política argentina posmoderna, se consumen en su propio movimiento circular. La frustración que generan en sus votantes puede ser una señal de lo que podría pasar con Reutemann si estuviera expuesto al ojo crítico y constante de la sociedad, en un cargo de trascendencia nacional.
Las teorías no son ni verdaderas ni falsas, son instrumentos prácticos para la acción, tienen éxito o fracaso. Fracaso es lo que acumulan Scioli y Macri.
Sus vidas políticas están signadas por el paralelismo: juntos asumieron el Gobierno de la Ciudad y el de la provincia de Buenos Aires a fines de 2007 con la presidencia de 2011 en la mira. Juntos no paran de caer en las encuestas que hace dos años encabezaban (ver página 3). Juntos renovaron esta semana su gabinete y están en su peor momento.
En el caso de Scioli, se dice que el problema es su estrecha cercanía al Gobierno nacional. En el caso de Macri, lo opuesto, que el Gobierno nacional le hace la vida imposible. Quizás, sus problemas tengan un origen mucho más profundo y simple: el vacío intelectual.
El flamante ministro de Educación de la Ciudad, Abel Posse, con su habitual sincericidio, dijo ayer en un reportaje a PERFIL que “el único político que habla es (Néstor) Kirchner, los demás balbucean”. Carrió no balbucea pero es cierto que Macri, Scioli, y Reutemann balbucean. No debe ser casual: todos vienen de ámbitos donde la palabra y las ideas son menos importantes que en otros.
Umberto Eco explicaba que “balbucear” viene de los bárbaros; eran los bárbaros que hablaban mal el latín quienes balbuceaban. Probablemente, Scioli y Macri sean asimilables a los bárbaros de la política: conquistan con mucha fuerza grandes espacios pero después no saben qué hacer con ellos.
Hijos pródigos de la política argentina posmoderna, se consumen en su propio movimiento circular. La frustración que generan en sus votantes puede ser una señal de lo que podría pasar con Reutemann si estuviera expuesto al ojo crítico y constante de la sociedad, en un cargo de trascendencia nacional.
Las teorías no son ni verdaderas ni falsas, son instrumentos prácticos para la acción, tienen éxito o fracaso. Fracaso es lo que acumulan Scioli y Macri.